¿Hay algo peor que dar un billete y que te regresen el cambio en moneditas de a peso? Por supuesto que sí, pero eso no quiere decir que no sea terrible andar con el bolsillo lleno de monedas.
La sociedad está moviéndose lentamente, pero de manera constante, a formas más eficientes de pago que el dinero en efectivo. Era inevitable, es una verdad histórica que las sociedades se adaptan a su tiempo y a los avances tecnológicos; por lo tanto, era seguro que esto pasaría en la era digital.
En Suecia, desde el 2009 se ha registrado una reducción en el uso de efectivo. Actualmente se calcula que sólo el 40 % de las transacciones son hechas usando billetes, mientras que sólo un quinto de las compras hechas a retailers son realizadas en efectivo.
Está de más decir que México se encuentra a años luz de este escenario; sin embargo, en las grandes ciudades cada vez es más común el uso generalizado de plásticos e incluso podemos toparnos con lugares que aceptan pagos electrónicos a través de aplicaciones específicas del establecimiento o que aceptan wallets o carteras electrónicas.
El principal reto para adoptar la cultura cashless en nuestro país es la falta de conocimiento financiero, así como de interconectividad. El boom de las comunicaciones es clave para hacer de este posible escenario una realidad y es importante que de la mano del gobierno la iniciativa privada comience a fomentar el uso de pagos digitales.
Hay ventajas innegables para los negocios que decidan dar los primeros pasos para empezar esta transición. El uso del dinero electrónico es mucho más eficiente que el de efectivo, reduciendo tiempos de espera y ayudando a crear una experiencia más agradable para el usuario.
Además, la ausencia de efectivo en un negocio reduce la posibilidad de ser víctima de asaltos ya sea en el establecimiento o bien durante la trasportación del efectivo a buen puerto. Vale mencionar, que el hecho de que cada parte de una transacción electrónica queda registrada, también brinda claridad en las cuentas internas de nuestra operación.
Por supuesto que no todo puede ser miel sobre hojuelas respecto a la posibilidad de vivir sin efectivo. Es responsabilidad del negocio y las instituciones que ofrecen este servicio el invertir en seguridad que brinde al usuario la certeza de que su información personal y bancaria está protegida.
Podemos ver en nuestra vida diaria que tanto las instituciones bancarias como el gobierno están haciendo un esfuerzo consciente por sacar a México de la economía informal, facilitando la adquisición de cuentas bancarias y fomentando el uso de plásticos a través de terminales electrónicas cada vez más accesible para los pequeños negocios. A su vez, en los últimos dos años vimos como festivales de música, restaurantes y escenarios incluyeron la posibilidad de adquirir servicios sin la necesidad de cargar efectivo a través del uso de pulseras electrónicas o tarjetas.
Sería mentir el decir que una sociedad cashless se encuentra a la vuelta de la esquina para nosotros, pero la reducción del uso de efectivo sí es una realidad. No queda duda que está en el interés de cada negocio encontrar la forma de adoptar la tecnología que lo permita.